Iznik, antigua Nicea, un laboratorio de la historia
La bella ciudad de Iznik, a orillas del lago del mismo nombre, está ubicada en la provincia de Bursa, en el noroeste de Turquía. Es la misma Bitinia, sucesora de Elikore, luego llamada Nicea por uno de los generales de Alejandro Magno, un lugar protagónico de la historia cristiana y de todas las historias.
La ciudad se sitúa en una cuenca muy fértil en el extremo nororiental del lago Iznik, donde crecen olivos y frutos, con colinas en cadena al norte y al sur, y una muralla protectora que sobrevivió en algunos tramos en el oeste, contra el precioso espejo de agua. No está lejos de La Propóntide, nombre griego para la región de Mármara. Es uno de los tesoros ocultos cercanos a Estambul, y la ruta puede cubrirse en dos horas y media con un pintoresco trayecto en ferri. No aparece en las guías turísticas tradicionales ni en los programas que se ofrecen internacionalmente.
El patrimonio relacionado con la historia sagrada para los cristianos no es muy reconocido por la población turca de hoy, la conservación monumental tiene limitaciones y el número de visitantes irá creciendo paulatinamente. Pero si alguien nos pide un consejo acerca de adónde ir para disfrutar la paz de un laboratorio de la historia, un precioso lago cargado de leyenda, recorrer murallas sin asedio, comer platos exquisitos, probar deliciosos alimentos, perderse en el interior de sitios históricos accesibles a los peatones y adquirir dos o tres fuentes para ensalada y platos especiales en la más bella cerámica turca a precios razonables, no vacilaría en recomendar a Iznik.
El gran concilio
El de Nicea, realizado en el año 325, fue el primer concilio ecuménico de la Iglesia cristiana, realizado en la antigua ciudad, la que actualmente conocemos con el nombre de Iznik. Fue llamado de esta manera por el emperador Constantino I, catecúmeno no bautizado, que presidió la sesión de apertura y participó en cada una de las discusiones.
Esperaba que un concilio general de la Iglesia –con presencia de 300 obispos de todas las regiones donde había cristianos– resolviera el problema creado en la Iglesia oriental por el arrianismo, una herejía propuesta por primera vez por Arrio de Alejandría, aquel pregonero de la tesis según la cual Cristo no era un ser divino, sino que era un ser creado.
El objetivo del concilio fue resolver y armonizar dogmas fundamentales como “la existencia de un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador de todas las cosas visibles e invisibles, de un solo Señor Jesucristo, el unigénito del Padre, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre”, y de un Espíritu Santo como divinidad articuladora, iluminante, guardián de la fe y de la gracia entre los creyentes y del misterio de la Santísima Trinidad, concepto reafirmado en Nicea e instalado en la doctrina con fuerza teológica.
El arrianismo fue derrotado y el conjunto de iglesias cristianas salió fortalecido de Nicea, adoptando igualmente la fecha única para la celebración de la pascua. Aún en nuestros días, los 1.230 millones de católicos en el mundo, en casi todos sus ritos, rezan el credo niceno-constantinopolitano.
Antigüedad y Edad Media
Fundada en el 316 antes de Cristo por Antígono, osado general alejandrino, vivió su primera transformación con la derrota del fundador y la entronización de Lisímaco de Tracia, quien la bautizó Nicea honrando a una de sus hijas. Luego se transformó en el reino de Bitinia hasta hacer parte de la República Romana en el año 74 a. C.
La dominación no castigó a Nicea, por el contrario, favoreció la construcción de sus murallas, templos, baños públicos y teatro. Una ciudad en progreso recibió con facilidad al cristianismo. Con altibajos, la urbe vanguardista de aquel entonces asistió a periodos de consolidación y de retroceso. Vivió la división del imperio entre este y oeste. Terminó siendo consentida por Constantino, quien decidió celebrar allí el primer concilio.
Durante el siglo VI, la iglesia de la Santa Sabiduría, Agia Sofia, fue construida por Justiniano siguiendo el modelo mas no la escala de la gran iglesia de Constantinopla, hoy patrimonio de la humanidad y gran museo de Estambul.
Realizó el segundo concilio en 787 y vivió un ciclo de esplendor que se extendió hasta el siglo XI, cuando cayó a manos de los selyúcidas en 1077. Al ritmo de las cruzadas e invasiones, los nicenos vivieron bajo la égida de diferentes imperios hasta 1331, cuando cayeron en manos de los otomanos que la renombraron Iznik. Con la conquista de Constantinopla en 1453, la ciudad perdió importancia política y mantuvo el reconocimiento gracias a la fabricación de cerámica que alcanzó su posicionamiento pleno en el siglo XVII.
Con una tradición milenaria y una técnica incomparable, Iznik se hizo famosa a través del aserto que aún hoy resuena, según el cual todos los azulejos que hicieron de Estambul la que para muchos es la más bella ciudad del mundo fueron producidos en este lugar.
El gran viajero, cronista e investigador Evliya Çelebi (1611-1684), aquel que recorrió todo el Imperio otomano y nos legó en diez volúmenes la maravillosa Historia del viajero, estimó en más de trescientos el número de hornos para la producción de azulejos en la vieja Nicea. Los azulejos de Iznik son un patrimonio cultural de la época otomana, aunque sus raíces productivas son muy antiguas.
La base cerámica es blanca y limpia, los dibujos se aprenden por los artesanos y se realizan a mano, se pintan con trazos básicos y luego se aplican capas de cuarzo, arcilla y esmaltes. Cada pieza es una joya, pues está fabricada con una piedra semipreciosa: el cuarzo. Su porosidad es única y los colores imitan los tonos de piedras preciosas como lapislázuli, turquesa, coral y esmeralda.
Como suele suceder con las formas manuales y artesanales de producción, cuya demanda crece en forma sostenida, la industria asume la producción en escala y deprime la economía de las villas. En este caso, la producción industrial se localizó en la propia Estambul y gradualmente la cerámica de Iznik fue perdiendo espacio, a la vez que su actividad productiva viró hacia los cereales, los frutos y los olivares. No obstante, existe un pequeño centro de investigación, la Fundación Iznik, con sede en Estambul, y talleres de producción artesanal de piezas únicas han reaparecido en Iznik. En edificaciones destacadas arquitectónicamente o en construcciones especiales, arquitectos de renombre incluyen hoy azulejos de Iznik.
El uso de la porcelana de los sultanes es una tendencia del mercado del arte. La famosa colección turca Nakkashane, compuesta por más de 70 azulejos encontrados en mezquitas históricas como la de Eyup Sultán, ya llegó en una oportunidad hasta Santiago de Chile. Formulemos votos por que la embajadora de Turquía en Colombia, Ece Öztürk, quien adelanta gran tarea, acerque hasta Bogotá la magnífica exhibición como prenda de amistad entre nuestras naciones. Tal momento de integración favorecería la puesta en marcha de una estrategia de cooperación entre los ceramistas de Iznik y nuestros artesanos de El Carmen de Viboral, La Chamba y Ráquira.
Es tiempo de visitar Iznik, ahora, cuando gracias a la exitosa conexión aérea directa que tras un esforzado trabajo diplomático y comercial logramos establecer con Turkish Airlines en 2016, se han ampliado las frecuencias y optimizado el tipo de aeronave que cubre la ruta. Vale la pena considerar este lugar todavía poco conocido, antes de su consolidación como epicentro turístico internacional.
Publicado en El Tiempo el 28 de Noviembre de 2019