Nueva política industrial: + Fundamento, - Ideologismo

La desindustrialización de Colombia manifiesta en la pérdida de participación del sector manufacturero en la conformación del PIB, en la crisis de la oferta exportable con valor agregado y en el alto desempleo, ha traído consigo la reactivación del debate sobre la política industrial, una disciplina poco desarrollada durante los últimos lustros en el país, sin el número de especialistas jóvenes deseable, como consecuencia de la simplificación tanto en el análisis de la baja competitividad nacional como respecto a la crisis del modelo de sustitución de importaciones que derivó en una concentración oligopólica demandante de protecciones y prebendas.

Los ecos de los planteamientos neoliberales coparon el escenario económico sin densidad ni estudio comparado de los países industriales o con firmes prospectos de industrialización. Algún ministro dijo “necesitamos dejar morir al 50% de las empresas y luego purgar a la mitad de las restantes, para quedarnos con el 25% del tejido industrial, el realmente competitivo”.

Otro dijo con aire de estadista: “La mejor política industrial es no tener ninguna”. Y uno más sentó cátedra por vía negativa: “Yo no sé qué es política industrial pero si sé lo que no debe ser: escoger sectores, otorgar privilegios, entregar los mal llamados créditos de fomento, imponer restricciones de cualquier índole al comercio, especializar territorios, en fin, perturbar los mercados como asignadores perfectos”.

Todas afirmaciones de alcance parcial o francamente livianas y ajenas a la verdad, si se cotejan con la práctica histórica y reciente de las economías de mercado avanzadas.

Aún hoy, pese a las evidencias, funcionarios y dirigentes económicos y empresariales, se cuidan al hablar del fomento productivo y de la política industrial activa, sienten gran temor de distanciarse del libreto y confunden la consistencia con la porfía, sin modificar su visión aún ante razones convincentes en su contra.

Ludwig Erhard, gran arquitecto de la economía social de mercado en Alemania, aclaró este asunto basándose en el ordoliberalismo, respetando los mercados, pero sabiendo que las fuerzas del mercado libradas a su suerte se autoliquidan y requieren de vectores compensatorios integrados en el trípode autorresponsabilidad, solidaridad y subsidiariedad. Si queremos el cese del despiste, establezcamos los fundamentos para una política industrial activa como base de un nuevo ciclo industrializador:

1. La industria es sector imprescindible en el desarrollo, crea capacidades con efecto difusor en toda la economía y es el transmisor por excelencia de la tecnología.

Integración de clusters, cadenas de valor, minicadenas productivas, articulaciones productivas locales y regionales, son vitales para el desarrollo humano sostenible y para la generación de empleo de calidad. La política industrial de hoy se nivela en sus métodos y medidas con los nuevos modelos de negocios, la interdependencia y conexión orgánica entre sectores, las transiciones tecnológicas, la fragmentación de la producción, las cadenas de suministro y, a la vez, el reencuentro en veces vindicador de los intereses económicos nacionales, el cual solo debe tramitarse acudiendo a la reciprocidad como principio clave que no destruye la economía de mercado pero evita la defensa a ultranza de intereses con obstáculos de nuevo y viejo tipo.

2. La política industrial activa es fundamental en la economía abierta, no se opone a ella, la complementa y la consolida. Es pieza principal de las relaciones intersectoriales entre manufactura, comercio, servicios y agronegocios y de las relaciones económicas internacionales, decisiva en todo lo referente a la producción, el consumo y el turismo sostenibles. Entiende que la agregación de valor es un continuum espacio-tiempo que comprende e integra las esferas de la producción, manufactura, servicios y consumo a los acordes de la economía circular en ámbitos domésticos e internacionales, a la vez que coloca el foco en la productividad.

3. La Política industrial comprende medidas transversales orientadas a asegurar la dotación de factores para todos los agentes económicos, la preservación de la competencia, los precios de formación libre y el uso de correctivos cuando las imperfecciones de origen oligipólico privado o público se extienden sin alteración por períodos prolongados o la asimetría de la información es profunda o la construcción y penetración de los mercados el lenta o leve.

Privilegia la inclusión y no teme por adoptar medidas en pro de la inserción de actores de menor tamaño y promueve la formalización evitando reprimir la informalidad, sin hacerse eco de aquellos que un día trabajaron para tener un lugar en la economía formal y luego de alcanzarlo pretenden colocar restricciones a los que siguen en la fila.

4. La política de impulso a la economía naranja es un acierto del Presidente Duque y no debe restársele importancia ni mérito. El desarrollo económico de bienes y servicios culturales tiene antecedentes en Colombia y en América Latina y en la política pública. El caso de Brasil es un verdadero ejemplo.

Lo que no es aceptable es llamar política industrial a lo que son programas habituales del desarrollo empresarial. La promoción general del emprendimiento o los programas de asistencia técnica inter-institucional son deberes mas no haberes de una real política industrial. Deberes y haberes son asuntos distintos. Por ejemplo, la eliminación de trámites es una acción positiva y ha de ser continua, pero está muy lejos de ser la columna vertebral de una política industrial. Es una confusión frecuente cuando la administración de negocios pretende sustituir a la economía del desarrollo.


5. La política industrial y la política comercial son dos alas de un mismo pájaro. Muchas personas de reciente llegada al ámbito de la economía real tratan estas dos arterias institucionales y estos sectores como independientes cometiendo craso error.

Lo comercial debe considerar las fortalezas y debilidades del tejido productivo y a la vez identifica oportunidades que han de producir ajustes en la innovación y organización del aparato industrial.

La negociación de acuerdos se basa en esa dinámica articulación, no es solo defensiva u ofensiva, es estratégica. El caso del aplazamiento del acuerdo de inversiones con Turquía por ejemplo es un yerro de magnitud.
Nota: Segunda parte: medidas verticales: teoría y propuestas.

Diego Junca