Ayudas a la MIPYME: Montaña de Tiquismiquis
“El ruido se inicia en el instante en el que las personas se callan”.
Antonio Lobo Antunes
Buena tarea la de ACOPI luchando por representar dignamente a la micro, pequeña y mediana empresa en esta hora de extrema dificultad. El gremio se ha hecho sentir en medio de la devastación y el gobierno ha intentado reaccionar con el apoyo del Fondo Nacional de Garantías, ese viejo anhelo de mi padre cuando se encargaba del Fondo Financiero Industrial en el Banco de la República y, aunque Hernando Agudelo Villa siendo ministro de fomento trató de impulsarlo junto a una ley antimonopolio, no logró culminar el esfuerzo. Los jóvenes, amigos de la democracia económica, tomamos la posta y en mi caso, culminando estudios de economía con cuatro colegas, dedicamos nuestra tesis de grado que obtuvo mención honorífica a proponer su creación desde la UJTL. Ese trabajo echó las bases, junto a otros estudios, para la creación de la institución como una sociedad mixta en la administración Turbay Ayala.
El Fondo hace un gran aporte y protege la salud del sistema financiero, pero no es suficiente por la aversión al riesgo existente en la banca y por el bajo compromiso social del sector financiero cuyo vocero gremial aclara una y otra vez que los bancos no son instrumentos de política pública sino negocios. El pequeño empresario llega al banco y encuentra una montaña de trabas y tiquismiquis, aquello que el diccionario define como “escrúpulos o reparos vanos”. Una visión miope porque los bancos viven de sus clientes y sin tejido empresarial no hay banca. Los tesoreros de las grandes compañías con mayor capacidad financiera no se dejan imponer tasas y saben responder a la indolencia con la misma moneda cuando entran en dificultades. Entonces sí, organizaciones oligopólicas y bancos van todos a hablar con el gobierno y a pedirle que evite a toda costa un crack financiero y un pánico económico. El ministro de Hacienda los comprende muy bien, los bancos amplían plazos y difieren cuotas, pero siguen causando intereses y llaman a los clientes con capacidad de pago a informarles que tienen cupo disponible, consolidan y publican esas cifras que el gobierno repite a la hora vespertina y siguen ejercitando el viejo truco de tomar el dinero de todos los ciudadanos para prestárselo a aquellos que no lo necesitan. Y los pequeños viviendo su agonía, que no es la del mediano capital sino la del trabajo.
El Gobierno puede, si quiere, irrigar crédito. Basta usar las redes mipyme y llegar con la banca pública, la banca cooperativa que tiene fondo de garantías y con bancos que quieran apostar por una economía en recuperación antes que jugar a la indemnidad en medio de un cementerio. Ahí están las cooperativas de impresores, Copidrogas, Coratiendas, de productores lácteos, de panificadores, de cafeteros. Ahí están las uniones de comerciantes, los créditos ligados a servicios públicos con tasa controlada y plazo extenso para ayudar a los estratos 4 y 5, los fondos de empleados y profesionales, los créditos por libranza y el uso de tarjeta a una cuota sin intereses, con 60 días de plazo, que propuse hace ya dos meses. 250 mil mipymes necesitan ventilador.