India: un Divali entre la felicidad y el temor

Mientras cientos de millones preparan la máxima festividad del hinduismo, expertos advierten que el riesgo de una tercera ola de Covid posterior al Año Nuevo hindú, pese a la magnitud del programa gubernamental de vacunación, no se descarta. La pandemia no se ha transformado en endemia y es necesario mantener en vigor todas las medidas para controlar el contagio.

India ha logrado llegar a la meta de mil millones de dosis de vacunas administradas a la población. 710 millones han recibido la primera dosis y 290 millones han sido protegidos con dos dosis de la vacuna. La cifra es muy significativa como también lo es el duro registro de una dolorida memoria de la segunda ola cuando el sistema sanitario vivió al borde del colapso.

Las cifras indican que pese al logro del 50% en la meta general de la política de vacunación, el riesgo de tercera ola persiste. Los formadores de opinión remarcan la importancia de mantener todos los cuidados, mientras voceros de diferentes sectores sociales reclaman la validez de la celebración como aglutinante nacional y motivador general. El Divali representa la victoria de la luz sobre la oscuridad, de la vida sobre la muerte y un voto colectivo de optimismo ya que en Divali toma curso el año nuevo hindú, conocido como Deepavali.

El Divali es la celebración de la épica leyenda protagonizada por Rama que regresa a su casa luego de rescatar a su esposa Sita, avatar de la diosa Lakshmi , quien había sido secuestrada por el dios demonio Ravana. Rama deja su flecha dorada en el cuerpo de Ravana y su camino para el retorno es iluminado por millones de diminutas candilejas las cuales terminan cubriendo de luz, año tras año, el territorio indio. Es un período tan significativo como la Navidad en Occidente y está lleno de alegorías y profundos significados.

Aunque el eje de la tradición es hinduista, gentes de diversos credos como los sikhs y los jainistas, entre otros, se suman al festival. También la diáspora que comprende más de 20 millones de ciudadanos indios y algo más de 200 millones de descendientes en el mundo, se integra al Divali en los países del vecindario próximo, en países occidentales de habla inglesa y en estados del Golfo principalmente.

Divali es la victoria del bien sobre el mal, durante estas semanas las familias se aglutinan, realizan actos caritativos (dainya) y dejan conocer sus promesas. Esta vez, los cinco días del Divali van del 2 al 6 de noviembre: el primer día se limpia y arregla la casa, el segundo hay baño y ropa nueva, la gran fiesta será el tercer día cuando se consumen toneladas de pólvora con desastrosas consecuencias ambientales. Se espera que en 2021 haya moderación y las autoridades trabajan en ello.

Justo en la noche más oscura del mes lunar, los indios encienden literalmente el país. Es el día en que Sita visita todas las casas, las familias prenden velas y lámparas para mostrarle el camino. Se dice que la visita trae prosperidad y fertilidad. Las entradas se decoran con rangoli, el precioso arte folclórico donde los patrones contienen figuras hermosas con piedras molidas, harina de arroz, arenas coloridas, polvo de cuarzo y pétalos variados.

El cuarto día celebra a Krishna el Dios que derrotó a Indra y durante el quinto día los hermanos agasajan a las hermanas con tilakas o bindis cuyos significados varían desde los estados civiles hasta las preferencias de todo tipo, engranados con la hipótesis del ¨tercer ojo¨ con el que podemos ver el mundo etéreo. Según las tradiciones védicas, el sexto chakra, el ajna chakra es un centro de energía que se localiza en la frente, justo arriba del entrecejo. Pintarlo de rojo representa, según la creencia, una apertura mística que otorga la capacidad de ver sin necesidad de utilizar los ojos, la posibilidad de escrutar el entrecejo y los arcos superciliares como reveladores no disimulables de la sinceridad. La India moderna es un gran mercado de bisutería, siendo hoy común entre las jóvenes adornar la frente con un bindi en forma de gota elaborado con materiales que van desde el plástico hasta los finos cristales de Svarovski.

La comida es otro elemento fundamental del Divali. Las familias y los amigos se visitan, intercambian viandas como el gulab jamun y el motichoor laddoo. Hay grandes banquetes. Los regalos van conforme a las posibilidades. Al lado de los decorativos y tapices vienen los frutos secos, los dulces y candelabros.

A todos nuestros amigos indios les enviamos un emocionado saludo y nuestros votos por un gran Deepavali. Y, con más énfasis que nunca, los exhortamos a celebrar este Divali con apego a las virtudes Gandhianas como la moderación, la templanza, la austeridad, la defensa de la vida y la naturaleza, la verdad y el respeto a la diversidad.

Celebremos este Divali con las mejores prácticas de bioseguridad, con mascarilla y en familia, con las personas que amamos. Lo recuerdo bien, apenas llevaba tres días de haber iniciado mi gestión como embajador de Colombia en Nueva Delhi, era Divali y ese día, dos de noviembre de 2007, celebraba mi cumpleaños. El guardia de nuestra residencia tocó la puerta para entregarme el periódico a las seis de la mañana, sobre la primera página de ese ejemplar del Times of India escribió con difícil caligrafía, en inglés, este verso de Tagore para que yo lo entregara a mi esposa con motivo del Divali, del cual hago traducción libre, como fragmento del poema “Me parece, amor mío, que antes de rayar el día de la vida…¨

 

Tu risa es una canción, cuyas palabras se ahogan

en el gritar de las melodías; un rapto del olor de unas flores

no vistas; es como la luz de la luna que rompiera a través

de la ventana de tus labios, cuando la luna está escondiéndose

en tu corazón. No quiero más razones; olvido el motivo.

Sólo sé que tu risa es el tumulto de la vida en rebelión.

 

Todavía hay personas que nos preguntan porqué amamos ese país de todos los colores, de todas las alegrías, de todos los dolores, de todos los tiempos.

Publicado en Kienyke el 1 de noviembre de 2021

https://www.kienyke.com/kien-opina/india-un-divali-entre-la-felicidad-y-el-temor-por-juan-alfredo-pinto-saavedra

Diego Junca