En Centroamérica, la fe cristiana vive con diferentes acentos
Aunque el fenómeno de la cristianización de Centroamérica comenzó con la conquista española bajo una fase colonial de alto influjo católico y de un sincretismo entre catolicismo y animismo precolombino, la evolución de los credos muestra en el presente un fuerte predominio del cristianismo bajo las vertientes católica y protestante (evangélica), comoquiera que, durante el último siglo, la presencia de las iglesias neopentecostales (evangélicos carismáticos) fue notable, con un sutil respaldo de los Estados Unidos.
En el panorama regional, el sentimiento religioso, en general, define en alto grado la idiosincrasia subcontinental, acrecienta la fe religiosa (solo menos del 10 por ciento de las personas declara no profesar religión alguna) y la emulación es fuerte.
El crecimiento de las iglesias evangélicas es nítido. Estudios académicos sobre el cambio en la filiación religiosa en el último decenio dan cuenta del crecimiento promedio del orden del 7 por ciento en los fieles de las iglesias protestantes, mientras que la Iglesia católica registra un descenso cercano al 5 por ciento en el total de sus feligreses.
Estos desplazamientos varían de país a país y tienen consecuencias en el comportamiento de los ciudadanos, tanto en su vida cotidiana como en las esferas político-electoral, educativa y dentro de las corrientes migratorias. Es perceptible una demanda más intensa por políticas públicas de mayor contenido social, un hartazgo con las organizaciones políticas tradicionales y, en las fases álgidas de los conflictos internos de los países de la región, ambas vertientes padecieron los embates de la guerra y la represión.
El ámbito católico ha contado con la presencia de importantes liderazgos entre sacerdotes y jerarcas, que han caracterizado posiciones teológicas y políticas como expresiones de la opción preferente por los pobres, la democratización de las oportunidades, la teología de la liberación, la oposición a gobiernos dictatoriales y a sus estructuras paramilitares, la defensa de las minorías y el estímulo a la ampliación de la base de propietarios, a través del fomento a las mipymes y de la operación de fondos de garantía crediticia para las empresas de la economía popular.
Tales son los casos del sacerdote y poeta Ernesto Cardenal, en Nicaragua; del arzobispo de San Salvador monseñor Óscar Arnulfo Romero, célebre por su prédica en defensa de los derechos humanos y asesinado cuando oficiaba una misa en la capilla del Hospital La Divina Providencia; del obispo Juan José Gerardi, defensor de los indígenas y de sus lenguas y de la memoria de las víctimas, apaleado hasta la muerte; del arzobispo Marcos McGrath, en el impulso de los fondos de garantía crediticia para los micro-empresarios, en la reconstrucción panameña tras la invasión estadounidense de 1989.
Tendencia continental
En el amplio espacio de las iglesias evangélicas, la participación política de sus fieles y la promoción de líderes que abarcan una amplia gama de postulados en todo el espectro ideológico constituyen unas de las tendencias de la política actual en el continente americano.
Movimientos localizados en la derecha del abanico político, como los de Donald Trump y Jair Bolsonaro, han contado con el apoyo de iglesias evangélicas en su ascenso hacia el poder. Líderes como Álvaro Uribe también han acogido su acompañamiento.
El historiador estadounidense Andrew Chesnut, autor de libros y artículos sobre el crecimiento de las iglesias evangélicas, declaró a la BBC News Brasil: “Hasta en México, donde la población pentecostal es pequeña, de apenas un 8 por ciento, un partido político fundado por un pastor pentecostal ayudó al actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, a llegar al poder”.
La influencia política evangélica es una de las tendencias más importantes de las últimas décadas en el continente. Chesnut, profesor en Virginia Commonwealth University, atribuye la mayor captación de adeptos entre los latinoamericanos a cinco factores:
1) La cohesión ideológica de los evangélicos, que facilitaría articulaciones políticas; 2) los ritos de las iglesias evangélicas serían o podrían ser más consistentes con los aspectos emocionales de la cultura latinoamericana; 3) la adopción de reglas menos rígidas para la formación de pastores, lo cual permitiría una mayor inserción de sus predicadores en las capas más pobres; 4) la creación de redes de apoyo en comunidades marginadas, y 5) la capacidad de hacer eco de pensamientos compartidos por sectores conservadores de clase media y alta.
El balance de estos procesos
Lo de Centroamérica es aún más significativo. Fabricio Alvarado, periodista y político conservador cristiano costarricense, radical en su preceptiva ultraconservadora, predicador, llegó a segunda vuelta en las elecciones de 2018.
Y ahora, en las recientes elecciones presidenciales, Rodrigo Chaves, presidente electo por el Partido Progreso Social Democrático, fraguó un acuerdo político con un amplio grupo de pastores, el cual, pese a ser desconocido por la Federación Alianza Evangélica, se erigió en fuerza electoral de impacto.
Chaves, derechista, ofreció la lucha contra la corrupción y dejó ver su estilo franco y directo para vender la impresión de que no hace componendas, lo cual redujo las críticas por sus antecedentes relacionados con el acoso. Su inasistencia a la misa tradicional del obispo de San José el día de las elecciones rompió la pauta habitual de declaración religiosa, pese a su filiación católica.
En cuanto a Nicaragua, la mayoría de cristianismo (incluidos católicos y evangélicos) alcanza el 90 por ciento. Mientras los evangélicos han tenido un crecimiento sostenido que se explica, entre otras razones, por su apoyo al Gobierno, las relaciones contrariadas entre Daniel Ortega y el cardenal Miguel Obando y Bravo terminaron en una aproximación definitiva entre la Iglesia y el régimen. En los últimos tiempos, con otros protagonistas desde lo religioso, el Gobierno manipula la creencia popular y también las jerarquías, utilizando la vía presupuestaria. La pareja presidencial Ortega-Murillo se presenta como conversa y ha pasado del ateísmo y las violaciones de derechos humanos a la catequización y la piedad.
En el caso de Honduras, único país de América Latina que celebra el Día Nacional de la Biblia, el 26 de septiembre, la expansión de las iglesias evangélicas ha sido conspicua. Encuestas asignan a los protestantes la condición mayoritaria. No obstante, tras el siniestro del régimen de Hernández y su extradición, la confesión católica de la presidente Xiomara Castro de Zelaya podría traer consigo un 50-50 de las filiaciones declaradas.
Capítulo especial merece Guatemala, país donde la influencia protestante es la mayor entre todos los del continente. Los protestantismos en Guatemala son mayoritarios y controlan múltiples vectores del poder. No obstante, el presidente Giammattei se declara católico, pero ha negociado beneficios fiscales con miles de pastores. Es perceptible un juego de connivencias que hace temer por una administración pública presa de la jerarquía religiosa y por unas estructuras espirituales atadas al poder presupuestal del Estado.
Para completar este paneo sobre las religiones y su evolución en Centroamérica, y sobre la ampliación del espacio sociológico para las iglesias evangélicas, debemos considerar finalmente el caso de El Salvador.
“Al menos hasta hoy, el creciente vínculo entre religión y poder político no contribuye a la transformación requerida en temas como ética social, productividad, talento humano y desarrollo”.
La filiación religiosa, según variadas encuestas, tiende a dividirse entre católicos y protestantes, con mayoría estrecha de los primeros. El presidente Nayib Bukele, que forma parte de lo que algunos denominan “la deriva autoritaria en Centroamérica”, se autodefine como laico e instrumento de Dios. Cuenta con respaldo popular hasta el presente, pero poco a poco va delineando su ruta hacia un gobierno vertical y unipersonal. Los observadores experimentados lo ven, a sus cuarenta años, como un joven carismático neopopulista.
El balance de estos procesos de cambio político religioso no arroja un saldo positivo. La ciencia política se llena de razones para el campo-religioso como conjunto. Una práctica elemental de mutua conveniencia que deja ver múltiples declaraciones de convergencia y unidad justificantes de un gran desarraigo ético.
¿Imperfección democrática?
Me encuentro en Tegucigalpa realizando un trabajo de revisión sobre la democracia en Centroamérica con mi amigo y colega embajador costarricense Marcelo Varela, consultor internacional en procesos de mejoramiento de las organizaciones electorales. Analizamos la clasificación de los países centroamericanos dentro del Informe 2022 V-Dem Formas Variadas de Democracia, a cargo del profesor Stafann Lindberg, del Instituto de Investigación de la Universidad de Gotemburgo.
Nos preguntamos de qué grado es la imperfección democrática en los países de América Central para apreciar el influjo de los cambios en la filiación religiosa sobre el desempeño del sistema político.
El resultado no es muy auspicioso a lo largo de la última década. La clasificación muestra una tendencia persistente al deterioro. Veamos:
–Panamá: democracia electoral.
–Costa Rica: democracia liberal con libertades civiles y contrapesos eficaces.
–Nicaragua: autocracia electoral con tendencia al deterioro.
–Honduras: autocracia electoral.
–El Salvador: autocracia electoral con tendencia al deterioro.
–Guatemala: democracia electoral con tendencia al deterioro.
Nuestro trabajo evaluativo ha sido intenso, y agradezco al embajador Varela su generosa colaboración. Nos deja algunas preocupaciones. En principio, el creciente vínculo entre religión y poder político en América Central no contribuye, al menos hasta el presente, a la transformación requerida en materias tales como ética social, productividad, talento humano y desarrollo económico.
Ahora nos encontramos caminando la plazoleta frente a la basílica de la Virgen de Suyapa. Observamos esta oración esculpida en uno de los muros laterales de la preciosa edificación que honra a la patrona de Honduras.
Intercambiamos miradas con nuestras esposas y decidimos rezar en coro por la suerte de América Latina:
“Cuando me venza el cansancio, o me atenace la angustia, cuando la muerte, a su paso, haga despertar mis dudas, Virgencita de Suyapa ven a mi espalda en ayuda, sostenme con tu mirada y mis lágrimas enjuga”.
Publicado en El Tiempo el 14 de abril de 2022: AQUI