Entrevista Revista Cambio “El espíritu del viaje ha estado en mi vida”
Por Eduardo Árias
El laberinto de la dificultad, el nuevo libro de Juan Alfredo Pinto, es un viaje por Asia a través de 15 relatos que llevan al lector a lugares no tan conocidos o citados de Asia, y que entre todos aportan una mirada de la complejidad y la diversidad (en todo sentido) de la cultura del continente más grande y poblado del mundo.
Es más que evidente el interés y la pasión que ha despertado Asia en Juan Alfredo Pinto, quien además de ser un reconocido dirigente gremial y empresarial, ha sido un apasionado de los viajes, de la lectura de temas muy variados y también de la escritura.
Pinto se define como un economista alternativo y escritor de literatura multicultural; ha publicado novelas, cuentos y crónicas, algunas de las cuales están traducidas al inglés, hindi y turco. Ha escrito ensayos de economía política, teoría del desarrollo y desarrollo alternativo. Fue embajador de Colombia en Turquía e India, viceministro de Comercio Exterior, dirigente gremial y viajero consumado. CAMBIO habló con él acerca de este libro, su relación con la literatura y su cercanía con las culturas asiáticas.
CAMBIO: ¿De dónde viene su gusto por la literatura, por la escritura?
Juan Alfredo Pinto: El primer ejercicio lo hice como a los 25 o 26 años. Fue un conjunto de textos socioeconómicos que se llamaba Ideas para un capitalismo democrático. Yo fui formado en unidades católicas radicales, los católicos de medio siglo como León Blois, Georges Bernanos y después le encontré mérito a las tesis maoístas del capital nacional, de lo que se llamó la burguesía nacional, y ahí empezó ese esfuerzo mío por aprender de las pequeñas y medianas empresas y eso lo volví literatura, pero literatura económica, literatura de ensayo. Ahí empezó todo. Después se combinó con la pasión de echarme el mundo encima, mis vueltas al mundo y sin dejar de leer y de intentarlo. En los últimos 14 años me he concentrado mucho más en la ficción que en los ensayos. En total son 30, este es mi libro número 31.
CAMBIO: Esa pasión del viajero que menciona se nota en los relatos que ha escrito. Usted trata de transmitir esa pasión, no la del turista que chulea el Taj Mahal y la Monalisa sino ese afán por compartir sitios extraños, no tan conocidos, países no tan visitados.
J. A. P.: Es verdad y también ha sido el resultado de la forma de hacerlo. Cuando tenía 14 años me escapé de la casa en una Semana Santa y me quedé por ahí unas semanas patiperreando por Suramérica, llegando a dedo. Nunca lo hice bajo el ímpetu turístico. Cuando era dirigente empresarial y gremial y acompañaba misiones, tenía que discutir con ellos cómo hacerlo menos subordinado a rutinas de viaje. Y con ciertas temeridades, con limitaciones económicas que no son un mal aliado del buen viajero, porque nos obligan a sobrevivir con recursos limitados y a tocar el mundo más abajo. Después, cuando hacía literatura, ya me interesaba meterme al fondo con la sociedad. Alguna vez un periódico de India dijo que que si querían sorprenderse vieran a un embajador que está durmiendo en el Cruce de la Luna, un barrio tradicional de la vieja Delhi, donde hay un millón y medio de personas en la informalidad furibunda pero donde se mueven capitales inmensos. Pueden ser unas 160, 180.000 personas que duermen en el filo de los muros en la noche.
CAMBIO: ¿Usted llegó a ese extremo?
J. A. P.: Yo no pude hacerlo por mi obesidad pero sí dormí con ellos, viví un poco con ellos y traté de entender ese submundo. Me han gustado ese tipo de expresiones de lo que llaman ahora informalidad y eso me ha servido también mucho. Curiosamente me ha abierto las puertas de palacios y de sitios de las élites. Entonces creo que el espíritu del viaje así como usted lo describe ha estado en mi vida.
CAMBIO: También se nota que usted tiene mucha pasión no solo por la geografía sino también por la historia. ¿Eso viene de los viajes que llevan a conocer la historia o es una afición paralela?
J. A. P.: Tuve un hermano mayor, Germán Pinto, escritor, poeta, filósofo, que durante la primera fase de mi vida influyó en mí desde el punto de vista de las ideas y cierta graduación del gusto. Pasé por el estudio del materialismo histórico que me llevaba a tratar de explorar más las sociedades y después vino la búsqueda de sitios que fueran muy pedagógicos.
CAMBIO: ¿Cuál fue el detonante de su interés por Asia, su cultura, sus gentes?
J. A. P.: Yo vivía un momento en que quería tomar distancia porque estaba saturado de la retórica de la izquierda que había abrazado con fervor. No era un renegado pero sí interpelaba más de la cuenta. Mi problema era no entrar en ninguna estructura subordinada a la verticalidad. Tenía que buscar una salida y realicé el primer viaje alrededor del mundo. Fueron 18 meses en América, Europa, Asia, Oceanía y regreso por el oeste de Norteamérica. Cuando llegué al Asia ya no tuve reverso porque me parecía que no era simplemente la otra cara de la Luna, de la realidad planetaria. Era un universo al cual había que dedicarle tiempo, caminatas y vivirlo. Luego la vida me regaló ser el embajador en India durante seis años largos, en este caso el país más diverso de la Tierra, el más complejo y uno de los más maravillosos. Puedo decir que desde los 24-26 años que toqué Asia, ya no pude quitarme ese magneto de mi vestidura.
CAMBIO: ¿Cuándo decidió llevar al papel sus vivencias y reflexiones acerca de Asia?
J. A. P.: Desde un primer libro de relatos que escribí a comienzos de este siglo traté de conectar una comprensión más densa porque frente al Asia se manejan estereotipos a nombre de lo exótico y hay muy poco conocimiento verdadero, incluso de geografía humana, pero también de lugares que son significativos en la historia. En América Latina pasa lo mismo. Somos antípodas pero también nos ignoramos mutuamente y eso es una carencia peligrosísima en los tiempos de hoy particularmente.
Siempre quise tomar sitios que no estaban en la bitácora de viaje pero que tenían un magnetismo excepcional y al mismo tiempo construir personajes que hicieran esa tarea exploratoria que yo vivía.
CAMBIO: ¿Sus relatos son en parte autobiográficos?
J. A. P.: Yo hago una ficción que no es tan lejana de la realidad. Todos los que escribimos somos una mezcla de imaginación con experiencias de nuestra vida.
Publicado en la Revista Cambio
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