La musa de Fernando Botero en Inírida
Solía el presidente Belisario Betancur hacer visitas repentinas en lugares remotos de la geografía colombiana. Un día aparecía en Malpelo, otro en Providencia. Fue el mandatario encargado de colocar en el imaginario de los colombianos hitos como Marandúa o Bahía Málaga. Para tales viajes alejados del protocolo acostumbraba invitar personajes de las ciencias y el arte, buscando obtener testimonios diferentes sobre nuestra diversidad y sobre su aprovechamiento responsable.
Un día de enero de 1985 Belisario aterrizó en Inírida con su amigo Fernando Botero luego de contemplar en sobrevuelo la estrella fluvial y la maravillosa naturaleza del Guainía. Caminaban hacia el Colegio Custodio García Rovira, prestigioso centro de enseñanza media hasta el presente, cuando se plantó en la puerta de su casa restaurante la señora Alicia Buitrago de Piñeros, que, como ningún otro ciudadano local, captó la atención de la comitiva presidencial, en particular la del maestro Botero, quien se detuvo en las formas curvilíneas de su configuración rolliza, extasiado en la contemplación de quien merecía formar parte de una de sus obras o acaso representaba una suerte de transfiguración de féminas pintadas una y otra vez en muchas de sus expresiones artísticas.
Botero abandonó su serenidad. Giró la cabeza perdiendo el paso tres o cuatro veces para escrutar detalles, comentó a personas del equipo del Gobierno que no sabía si era una obra viva o una musa que le causaba un deseo irrefrenable de pintar. Pidió entonces a un oficial del grupo de seguridad que le comprara un cuarto de pintura negra del tipo del esmalte en aceite, un par de bayetillas blancas de algodón y una brocha de una pulgada. No bien llegados al plantel escolar, ofreció disculpas al Presidente y se fue directo a escoger un muro de casi tres metros de ancho en el corredor de acceso a las aulas frente al jardín interior. Al cabo de una hora y media había culminado su trabajo celebrado por los presentes ese medio día del 27 de enero de 1985, dando comienzo al mito que llevó a los lugareños a eludir la alusión a la microempresaria local para crear, asunto extraño hace casi treinta y nueve años cuando no eran frecuentes las fake news, la especie de que la obra del maestro evocaba a la legendaria princesa Inírida.
Desde aquel momento, la obra ha estado allí bajo la protección del colegio oficial, que tan solo ha podido evitar la pretensión de algún inquieto aprendiz interesado en “efectuar algunos retoques” y colocar un par de tubos para evitar que los estudiantes utilicen el sentadero de la parte baja del mural.
El mural, si podemos así denominarlo, tiene todas las características pictóricas del estilo de Botero, de sus mensajes nítidos sobre Colombia y de nuestro país hacia el mundo. La corpulenta figura de Alicia Buitrago de Piñeros está rodeada de un círculo acuoso alegórico al territorio de todas las aguas coloridas que es Guainía y el paisaje posterior posee la simplicidad de lo naíf con cerros triangulares simétricos, evocadores de los emblemáticos cerros de Mavecure.
Asomicrofinanzas, agremiación aglutinante de organizaciones que apoyan el crédito a las microempresas y promueven la inclusión financiera, organizó un foro de expertos e instituciones público-privadas con comunidades en Guainía en el cual tuvimos la oportunidad de participar. El contacto con los ciudadanos de Inírida, los resguardos indígenas, el sector empresarial y la organización regional Cootregua, así como la llegada al remoto corregimiento de San Felipe, nos permitieron apreciar el trabajo cooperativo en la región y su denodado esfuerzo por canalizar la expansión económica regional, a menudo contagiada por fenómenos externos como la minería ilegal, hacia procesos de desarrollo productivo e implante de proyectos benéficos para el empleo y el afianzamiento de emprendimientos locales en gastronomía, servicios turísticos y de transporte, entre otros.
En medio de tal ejercicio visitamos el Colegio Custodio García Rovira. Nos propusimos apoyar el esfuerzo de los profesores Pedro Pablo Rojas y Olga Lucía Granados en pro del apoyo para que el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes y su Dirección de Patrimonio incorporen esta obra maravillosa al inventario nacional y acometan las decisiones de protección y reconocimiento que sus equipos técnicos recomienden. Hemos encontrado receptividad, por lo cual hay razones para imaginar que la memoria de Fernando Botero, su generosidad y su obra contribuyan a desarrollar en Guainía un epicentro cultural de biodiversidad, sostenibilidad, etnografía, defensa de las culturas y de los derechos culturales, y forja de una relación binacional de grandes propósitos colaborativos sin claudicación frente a la criminalización del patrimonio natural.
Publicado en El Tiempo el 11 de enero de 2024
https://www.eltiempo.com/cultura/arte-y-teatro/la-musa-de-fernando-botero-en-inirida-843497