El mundo que nos espera: La vida cotidiana en la pospandemia

La sociología cobra por estos días una remarcable pertinencia dentro del esfuerzo predictivo por descifrar cambios en las tendencias sociales e individuales dentro del ciclo ulterior del coronavirus. No podemos determinar con toda certidumbre si los cambios sobrevinientes serán temporales o permanentes, pero el escrutinio de las alteraciones en curso y el estudio de los impactos nos permiten advertir sobre los replanteamientos en el modo de vida, en las formas sociales de la cotidianidad y en las prácticas individuales que tomarán una mayor cuota de nuestro tiempo vital así como aquellas expresiones de la vida diaria que van a perder importancia y peso específico en las agendas personales.

EDUCACIÓN

En los niveles medio y superior se producirá una pérdida del tiempo asignado a la formación presencial y se dedicará una mayor cuota a las modalidades mixtas, flexibles, semi presenciales o totalmente virtuales. Los llamados cursos blended y las carreras de currículo y horario flexible van a dominar y los títulos van a dar cuenta de las áreas mayores en el proceso educativo antes que de las profesiones tradicionalmente designadas. La inversión fija de las universidades apuntará a los centros de investigación y laboratorios de simulación y diseño avanzado. La teleconsulta será fuerte y la evaluación ante pequeños grupos de docentes, estudiantes y egresados, con mayor énfasis en resultados y productos tendrá significativa importancia. Las cátedras magistrales en auditorios masivos serán excepcionales; no así los encuentros de alta audiencia con teleconferencia e interacciones seguidas de procesos evaluativos sobre pertinencia, aportación y rutas de profundización. No todo ocurrirá vía Zoom mas tampoco retornaremos a la presencialidad plena. Habrá una síntesis con abundantes metodologías fusión e intermedias, estudiantes y profesores avanzarán y las jaquecas y depresiones de este 2020 irán cediendo.

CULTURA FÍSICA Y ENTRETENIMIENTO

Los gimnasios, tal como hoy los conocemos, serán objeto de reingeniería. La aglomeración y las clases masivas perderán crédito. El deportista como valla publicitaria va a dejar de ser el ejemplo del éxito socialmente reconocido. Las figuras deportivas con fuerte compromiso social e identitario tendrán mayor aceptación. Podemos vivir sin grandes estrellas mas no sobreviviremos sin ejercicio. Los deportes menos orientados a la medallería y más al autocuidado y la fraternidad solidaria tendrán acogida. El canibalismo deportivo y el doping serán totalmente descalificados. El telesport con buena instrucción y contenidos asociados a tareas de pequeños equipos crecerá. Las apuestas deportivas pueden autoregularse; de lo contrario, serán intervenidas. La ludopatía entrará a la agenda de la salud pública. El yoga y muchas manifestaciones del deporte activo mas no competitivo crecerán notablemente.

Presenciaremos una fuerte tendencia agorafóbica. Un cierto fastidio hacia lo multitudinario, a las aglomeraciones. Puede ser temporal pero es inexorable. Quedan cuestionados los carnavales, los conciertos y los eventos deportivos o de integración masiva a maratones o aglomeraciones multitudinarias. En lo referente a las performance arts, habrá un retorno a los minigrupos y a formas de “café conciertos” y recitales con pequeñas audiencias, una verdadera eclosión de agrupaciones corales sobre plataformas, minishows coordinados entre familias, fiestas colectivas deslocalizadas con integración en tiempo real y artistas invitados virtualmente. La distribución digital o sus equivalentes seguirán dominando el espacio de la difusión musical.

Es muy pronto para descifrar el futuro del fútbol como deporte de multitudes. Probablemente no desaparezcan los estadios, las salas de apuestas o los coliseos de fútbol sala. Empero, formas de afición manipuladas y cargadas de violencia como las llamadas barras bravas o el pandillaje disfrazado de pasión deportiva van a ceder. Las ligas femeninas continuarán su ascenso. Tomarán gran auge el deporte de contacto con la naturaleza y la contemplación.

EL CULTO TECNOLÓGICO

La hipótesis cornucopeísta, aquella según la cual el dinero y la abundancia lo resuelven todo, ha recibido un severo mentís con el Covid 19. La pandemia ha dejado en claro que tal vez no estemos todos en el mismo barco pero sí bajo la misma tormenta y que un flagelo de este tipo no suele discriminar. Desde luego, tener medios puede ayudar a capear el temporal, pero también induce un descreimiento, esa soberbia tan clásica de la afirmación sitiada por la vanidad. En cambio, la hipótesis tecnofideísta, aquella que se funda en el aserto según el cual la tecnología es capaz de resolver todos los problemas de la sociedad, no ha ganado todos los afectos pero consigue mostrarse como respuesta idónea frente a una porción grande de ellos. En efecto, la inteligencia artificial, el big data y muchas formas de estadística con gran potencia predictiva resultaron claves en la detección temprana del contagio. En el ciclo pospandémico vamos a ser testigos de muchas aplicaciones que seguirán transformando el horizonte profesional, la vida cotidiana y los métodos colectivos. Robótica, automatización, inteligencia artificial, Internet de las cosas, teleexistencia, telemedicina y muchas nuevas opciones de actuación laboral van a aparecer. Podremos ver a nuestros descendientes estudiando disciplinas que aún no han aparecido y, si hemos hablado de realismo mágico, tendremos que acuñar expresiones de ficción realista, de objetivación de lo imposible y también en la esfera de las biociencias y en materia de seguridad. Y allí van a situarse los numerosos problemas y contradicciones de las duplas tecnología-libertad humana, control social, individualidad esencial, predicción comportamental, manipulación, en fin, los grandes planos confrontacionales de la consideración ética del hecho económico, del hecho tecnológico, de la limitación de recursos y del agotamiento de la biosfera, de las dinámicas tecnológicas que favorecen la inclusión y aquellas que profundizan la fragmentación. Y, por supuesto, los encuentros y desencuentros entre la política tecnológica y la tecnologización de la política, un escenario en el cual sólo Angela Merkel brilla con luz propia por su seriedad y compromiso en materia ambiental.

EL CULTO RELIGIOSO

Sin introducirnos en el debate sobre lo religioso, podemos decir que, dependiendo del impacto del Covid-19 y de la forma cómo la enfermedad se exprese en términos de recurrencia y riesgo continuo así como de la aparición concomitante de otros problemas, las peregrinaciones y las concentraciones en epicentros de los diferentes cultos tendrán un descenso. Acaso asistamos a renovaciones en la manera de vivir la espiritualidad con enfoques más cercanos a la trascendencia o,  por el contrario, más proclives al agnosticismo y menos relacionadas con estructuras filiativas. Las congregaciones televisivas internacionales, que se emitieron desde el Vaticano vaciado de feligreses, son históricas y es un fenómeno que concierne no sólo al mundo católico sino a otros credos. La soledad de La Meca y de los terminales aéreos especializados en el transporte de las comunidades musulmanas hasta ese epicentro no será permanente, pero la manera como se practique tal momento especial dentro del credo islámico podrá ser diferente. Las peregrinaciones en India van a continuar pero los flujos y comportamientos colectivos serán objeto de mayor regulación. Los cambios en el rito pueden llevar a una cierta morigeración de las congregaciones con gran vistosidad de masas y espectáculos de multitudes. Líderes espirituales como el Papa Francisco han marcado pauta por la profundidad de la oración y por la didáctica ejemplar del Pontífice.

GASTRONOMÍA

La virtualidad tendrá en este sector uno de los escenarios de reinvención. Vamos a presenciar una “operación retorno” a la comida preparada en casa. Asistiremos al regreso de las cenas con cuatro a seis personas en la vivienda del anfitrión. Es una gran rectificación. No obstante, la comida en restaurante, la cocina de autor y la atmósfera que crea el acto social de compartir la mesa encontrarán la manera de adaptarse. El exotismo culinario habrá de manejarse con seriedad, los platos representarán composiciones donde cuentan más la estética y la calidad culinaria que el tamaño, tomará un renovado impulso el movimiento del “slow food” y los controles sanitarios deben ser parte de la carta de presentación. Se dará una sofisticación fuerte en los servicios domiciliarios, tanto en lo cualitativo como en la atención a la medida de la demanda, así como en la seguridad biosanitaria, los servicios complementarios y los amenities. El patrón de composición de la pirámide alimentaria, los críticos problemas nutricionales de miles de millones de seres humanos y la exclusión de los pobres en la mesa global son aspectos críticos del próximo futuro. La ampliación de la oferta agrícola de leguminosas y los alimentos orgánicos jugarán papel protagónico.

RELACIONES INTERPERSONALES

La erótica mantendrá su primer puesto en la navegación internética como expresión de conectividad individual. No obstante, la búsqueda en la red para la iniciación o formación de relaciones de pareja va a morigerar su tasa de crecimiento y el escrutinio de antecedentes será más prolijo. Las parejas se afianzarán sobre niveles absolutos de confianza, pero ante el descenso de la motivación procreativa va a ser cada vez más frecuente el “living apart together”.

TURISMO Y TRANSPORTE INTERNACIONAL

La modificación de patrones de comportamiento turístico será intensa. El sector va a quedar globalmente devastado y el único premio de consolación será la menor utilización del alojamiento colaborativo por las naturales prevenciones sanitarias dada la brecha entre la oferta de los anuncios y la realidad física del inmueble a rentar. Lo que queda del 2020 y buena parte del 2021 serán de baja ocupación para el turismo de sol, playa y multitudes, así como para el crucerismo. Entrará en auge el turismo pasivo y de naturaleza, el turismo experiencial e incluso puede presentarse una recuperación de los “pueblos vacíos”. Habrá peregrinaciones simuladas en las redes y oratorios in memorian y de gratitud. La movilidad de personas quedará seriamente comprometida. La industria aeronaútica va a vivir una grave crisis financiera. La caída en el precio del petróleo debe inducir una reducción de costos para una baja generalizada de tarifas. A las grandes aerolíneas las agobiará la crisis de demanda y, a las “low cost”, el hacinamiento. Fusiones y rutas nacionales harán parte de la respuesta.

OTRAS TENDENCIAS PREDECIBLES

Sin pretender ser exhaustivos en este pronóstico inicial, podemos afirmar que el análisis prospectivo deja ver evoluciones positivas y negativas. Al principio, sentiremos mucho dolor por los impactos sobre el empleo y la economía en general. A mediano término, encontraremos grandes rectificaciones y beneficios. Entre los aspectos positivos, para concluir esta primera aproximación, podemos mencionar el auge de la telemedicina, el golpe a la trata de personas y a las “mulas” del narcotráfico aunque los delincuentes tienen habilidades adaptativas, la posible eliminación del mercenarismo y del mercado internacional de la prostitución infantil. Entre los elementos negativos que pueden resurgir o crecer están el segregacionismo, la xenofobia y el supremacismo, verdaderas pandemias contra la humanidad.

Publicado en La Línea del Medio el 4 de junio de 2020

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Diego Junca