La cancillería 2022 y la política exterior
La campaña electoral entra en su fase propositiva y es el momento de cotejar propuestas de las diferentes coaliciones en contienda. Un tema de gran importancia es el de la política exterior y dentro de él los ajustes en la estructura de nuestra cancillería que resultan fundamentales para recuperar su dinámica de modernización y proyectar una actuación regida por una visión estratégica, nítida e implementada por una organización cualificada, síntesis de profesionalismo, experiencia, talento humano de excelencia y alta capacidad operativa a los acordes de las variadas formas de la diplomacia y de una práctica innovadora que, sin abandono de los puntales tradicionales de la gestión, implemente elementos de la gerencia diplomática contemporánea y concrete resultados de mérito en la inserción internacional del país y en su desarrollo socioeconómico.
Aunque en política exterior no se pueden desconocer los logros acumulados y siempre hay aspectos positivos a rescatar, en el caso del gobierno que tome las riendas del país a partir de agosto de 2022 será necesario introducir rectificaciones y construir nuevas líneas de actuación. Entre los desaciertos a corregir podemos mencionar la venezolanización de la política exterior, el maltrato al prestigio obtenido con el proceso de paz y la confrontación con la comunidad internacional que lo respaldó ampliamente, la vacilación frente al Acuerdo de Escazú, la politización extrema de la diplomacia de primer nivel, la discreta intromisión o el silencio cómplice frente a la injerencia de cuadros del partido de gobierno – no de diplomáticos – en la campaña electoral norteamericana, el juzgamiento y comparación frente a otros países, la lentitud e ineficacia del Estado frente al asesinato de líderes sociales y ambientales con el consecuente desdibujamiento de la imagen internacional de Colombia, las designaciones de primer nivel en cortes, organismos de control y de la rama judicial proyectando un menoscabo de la independencia y el balance entre poderes y la creación de tensiones innecesarias en el ámbito multilateral.
Colombia debe tener una política internacional multidireccional, con pertenencia múltiple, alta capacidad negociadora, con participación ciudadana, comprometida en la sostenibilidad planetaria, con un rediseñado panamericanismo y proyección a los demás continentes, profundizando los esfuerzos que inició en la última década para forjar una relación de consolidación con Europa, compromiso creciente y logros tangibles con Asia, y avance sistemático en sus relaciones con África y Oceanía. Desde luego, el tema latinoamericano y la cuestión migratoria tienen prioridad superior. La modificación de la actuación frente a Venezuela, buscando el restablecimiento de canales del tipo de los enviados especiales y la atención consular a los ciudadanos y, favoreciendo, dentro del respeto a la soberanía de los dos países, procesos negociados que permitan la superación de las problemáticas en cada país, están a la orden del día en la política exterior.
Por estar vinculado con el equipo programático de Sergio Fajardo en los grupos de economía, desarrollo rural, política de apoyo a la Mipyme, he podido interactuar con miembros del equipo encargado de la política exterior. Es un grupo de gran nivel y registro grandes coincidencias con otros miembros de la Coalición Centro Esperanza. Me identifico con los conceptos de multialineación. La política exterior de Colombia debe empoderarse en la Nueva Geografía del Mundo, elevando su capacidad negociadora con las grandes potencias tradicionales y emergentes, reconociendo convergencias sin subordinación y manejando una comprensión amplia sin rotulaciones ni cargas ideológicas, sin dogmatismos económicos y con una honda conciencia de sus propias posibilidades. También comparto la visión de una participación activa de Colombia en el ámbito multilateral, con liderazgo propositivo frente a temas como la arquitectura financiera global, la lucha contra el cambio climático en procura de la descarbonización, la gestión global ante las grandes amenazas sanitarias y la forja de acuerdos para regular el uso de la analítica de datos sin menoscabo de la defensa de la libertad individual, la construcción de acuerdos innovadores frente al asunto de las drogas, las migraciones y la paz global.
Observo una gran coincidencia en la reivindicación de la reciprocidad y el beneficio mutuo en la política comercial. Si hay capacidad, real capacidad negociadora, el fiel de estas decisiones será el beneficio recíproco y el progreso del sector productivo nacional bajo preceptos de transformación productiva, innovación y desarrollo tecnológico.
Y es ahí donde los ajustes institucionales son decisivos. Las estrechas relaciones entre las carteras de relaciones exteriores y comercio, industria y turismo son un mandato en la gestión pública. Las misiones diplomáticas tendrán cuadros económicos y donde sea indispensable agregados sectoriales. La calidad gerencial de nuestras embajadas, con módulos organizacionales compactos y métodos modernos, puede permitir una reasignación del talento humano con el mismo presupuesto y mayor cobertura para la diplomacia focalizada, las alineaciones específicas, las relaciones fecundas con resultados mensurables y tangibles. Con embajadas compactas, podemos ampliar la red y tener un servicio exterior de mayor rendimiento.
Los cuadros políticos de la Cancillería deben ser del más alto nivel. Los diplomáticos han de ser calificados y competitivos. Y las relaciones interinstitucionales de las entidades participantes en el servicio exterior han de ser armoniosas y sinérgicas. La Cancillería y ProColombia deben ser hermanas siamesas si verdaderamente queremos responder por los desafíos que nos plantea el pobre desempeño exportador y la crisis de la oferta exportable. Un Ministerio de Relaciones Exteriores que plante nuevamente la bandera nacional en la nueva geografía del mundo.
Publicado el 18 de diciembre de 2021 en La Línea del Medio
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